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Screenshot film "La Otra Piel"
Screenshot film "La Otra Piel"

Ser extranjera

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Ser extranjera, sentirse extranjera, es un asunto que recorre todas mis obras. Creo que algunas directoras y escritoras tenemos dos o tres temas que nos recorren y aparecen de diferentes formas en las historias que vamos contando a lo largo de nuestra trayectoria. En el caso de La Otra Piel, se trata de una mujer que atraviesa una crisis porque se siente extranjera en su propia vida, en sus relaciones, en su estar en el mundo. Esto la lleva a buscar una situación de partida, de viaje, de exilio para sentirse verdaderamente extranjera; para poder pensar o dejar de pensar, para construir y descubrir lo que quiere, lo que puede, cómo lo quiere. Es una situación particular porque está en el medio de un proceso, entre las cosas, no puede ver con claridad el pasado ni tampoco el porvenir, solo el presente, día a día, cada despertar, cada anochecer, la soledad en la que solo añora descubrir algo nuevo, encontrar una pista, una señal que le muestre como seguir.

Luego de hacer scouting por diferentes lugares de Brasil, elegí Florianópolis por varios motivos. Pero el mas importante fue que, cuando llegué a Pantano Do Sul, sentí un crush definitivo; esta historia tenía que filmarla allá, no dudé. Ese pueblo de pescadores que, fuera de temporada, parece un lugar suspendido en el tiempo, desconectado del mundo, profundamente bello y a la vez inquietante por el silencio poblado del murmullo permanente de las olas del mar que cada tanto se agitan, de las tormentas, del graznido lejano de las aves que se agolpan a buscar el remanente de la pesca del día que dejan los pescadores cuando arriban a la orilla, era el marco perfecto para este relato visto desde el punto de vista de Abril, la protagonista.

Screenshot film "La Otra Piel"
Screenshot film “La Otra Piel”

Otro de los motivos que empujó mi decisión fue el Bar Arante y su dueño, Arantiño, una persona increíblemente cálida, muy especial, que te hacer sentir bienvenida, que se ocupa para que estés a gusto, sobre todo fuera de temporada que dispone de tiempo. Y es justamente el primer lugar al que llega Abril en Pantano y por el cual decide quedarse allí y no seguir buscando.

Screenshot film "La Otra Piel"
Screenshot film “La Otra Piel”

Ese cuadro soñado del bar se completa con los miles de papelitos que cuelgan por doquier, pequeños textos, dedicatorias, epígrafes y dibujos que los extranjeros han ido dejando en su paso por ahí, testimonio de vidas y de tiempo.

En un juego especular con Abril, puedo reconocer lo que me sucede cada vez que empiezo a escribir una película. Incertidumbre, necesidad de expresar algo que no se exactamente qué es todavía, que intuyo a través de las imágenes que aparecen y se convierten en obsesión a medida que voy escribiendo el guión. En ese sentido siempre me siento extranjera en relación a la obra, soy un artífice que la busca, que la observa, la aprehende, la escucha, siente el ritmo, los silencios. Entonces hay que esculpir la forma que la obra pide, el pulso, el compás. En esta película era fundamental que el entorno reflejara el interior de Abril, y ese silencio elocuente solo podía transmitirlo con imágenes visuales y sonoras.

Screenshot film "La Otra Piel"
Screenshot film “La Otra Piel”

También fue una revelación el lugar desde donde quería contar este proceso; Una casita bordeando la curva de la bahía, elevada a unos metros sobre el nivel del mar, próxima al punto de reunión del grupo de pescadores que se da cita al amanecer para la salida de pesca, desde donde llegan y se expanden las voces masculinas que el viento transporta como un mensaje a descifrar. Presencias anónimas, vitales, en la inmensidad de su soledad. Esa casa funciona como un barquito sobre el mar, lugar de tránsito, guarida provisional, lugar donde esconderse y hogar donde descubrirse, encontrarse entre las cosas allí; entre los tiempos, entre las páginas de un libro que dialoga con las reliquias de lo que no fue y que dejó atrás, con el museo de artefactos pesados, con la liviandad del presente que le ofrece un ancla para no enloquecer. Una noche más de cordura. Así llegará a soportar las mil y una noches que aún quedan por delante. Y los peligros y disfrutes de estar sola en un lugar desconocido, portando una identidad anónima.

Screenshot film "La Otra Piel"
Screenshot film “La Otra Piel”

Algo muy lindo de este rodaje fue nos cautivo la gente del lugar y entonces supe que ningún actor podría reproducir esa sencillez y presencia de espíritu como podían hacerlo ellos mismos, con una mirada o un gesto. Por eso Arantiño e Ibraím, el dueño de la casa que alquilamos para filmar, terminaron actuando en sus roles reales en la película. Y hubo un encuentro mágico un día, cuando filmábamos en el bar Arante, con la hermana de Arantiño, que quedó registrado en la película. Esa secuencia fue un regalo inesperado; esos momentos que no hay que dejar escapar cuando suceden ahí y no se pueden repetir. Ella parecía venir de otra dimensión. Transmitía una paz inclasificable, casi una bendición. Fue imposible no sentir su presencia a pesar de su discreción. Entonces le pedimos permiso a Arantiño para dialogar con ella. Ella aceptó participar en la filmación pero a cambio, teníamos que ver sus artesanías y si nos gustaban, podíamos comprarlas. Todavía guardo la carpeta tejida que le compre esa tarde entre mis tesoros de rodaje. No voy a contar mucho más, creo que todo eso está y se vibra en la película. Lo que no se ve es el backstage y lo que recuerdo, cuando pedí corte, es que Maria Figueras (Abril) y yo llorabamos de emoción. Y como este encuentro, sucedían muchos más por día que no queríamos dejar de registrar.

Esta forma de trabajo nos exigió mucha concentración y el diseño de una puesta en escena y de cámaras que nos permitiera cambiar rápidamente de posición para no perder la espontaneidad de los sucesos. Porque teníamos que estar siempre listos para “robar” esos momentos mágicos, para improvisar sin perder el eje del relato; por ejemplo las tormentas que se desataban de golpe y duraban pocos minutos, la salida de los pescadores que no siempre era a la misma hora, a veces eran grupos más grandes, otras veces apenas 3 o 4 botecitos, la llegada con la pesca del día que podía ser a cualquier hora de la tarde, las aves que empezaban a planear un rato antes al acecho de la llegada del alimento, las peleas feroces entre los urubus, esos pajarracos negros con picos y garras enormes.

Screenshot film "La Otra Piel"
Screenshot film “La Otra Piel”

Con respecto a la producción, mi relación con Ralf Tamke y Marcia Paraiso (Plural Filmes) es preciosa. Nos entendemos muy bien, tenemos códigos y comprendemos cuales son las prioridades, las necesidades y los impedimentos que involucra una producción de estas características. Son excelentes compañeros para un viaje incierto, como lo es todo rodaje, hasta que uno termina con la última toma para luego continuar con la postproducción en la que la productora brasilera también participó con algo valiosísimo como la música original del film y las inclusiones musicales de artistas brasileros que acompañaron los diferentes momentos de la historia. Por eso, en una segunda etapa después del rodaje, tuve que volver, esta vez a Florianópolis ciudad, para la mezcla final del sonido del film. Fue muy lindo rememorar las aventuras que habíamos vivido durante el rodaje, tiempo después. Y en ese viaje surgió una idea para una nueva película que también se rodará en Brasil. Las primeras anotaciones las hice ahí, en Campeche, una tarde cuando esperaba para salir a comer con Marcia y Ralf. Hoy, con el guión ya terminado, esperamos poder rodar cuando la pandemia haya pasado y para eso estamos trabajando en las etapas previas. Esta vez se trata de un thriller psicológico y ahora que lo pienso también expone la situación de ser extranjera, aunque de otra forma que en La Otra Piel.

Por último, quisiera compartir lo que para mi, como directora y guionista, representó el mayor desafío:  cómo contar y transmitir en imágenes, con muy poco texto, el proceso de una mujer que está sola y llegar a comprender cómo lo vive, qué cosas piensa, cómo son sus miedos. Y su deseo. Es ahí donde celebro el encuentro con Pantano do Sul y sus habitantes. En ese entorno encontré la potencia de lo inmenso y la resonancia de la belleza simple que a veces hace doler, cuando uno se siente extranjero a ella y solo puede contemplarla, como diría el tango¹, como el chiquilín que la mira de afuera, con la ñata contra el vidrio de una gran vidriera. Abril, encerrada en su barco-castillo ve pasar las sombras de los otros. Respira su propio aliento una y otra vez. El movimiento del agua fluyendo, de las luces proyectadas en algún rincón al otro lado de la bahía, los sonidos lejanos de una risa, de la vida después del amor, la mantienen viva a pesar de todo.

Screenshot film "La Otra Piel"
Screenshot film “La Otra Piel”

Y en ese camino la elección de la actriz, María Figueras, fue fundamental para encarnar un personaje como Abril. El proceso de ensayo en realidad consistió en juntarnos durante todo un año en el happy hour de un bar, una vez por semana religiosamente y compartir nuestras impresiones e inquietudes; Compartimos lecturas que nos acercaban a Abril, películas que nos llevaban a mundos similares y así fuimos creando un abanico de impresiones, de sensaciones, de estados, que se pusieron a andar cuando encendí la cámara y nunca se detuvieron, hasta la última toma.

Adjunto algunos fragmentos de un diario ficticio, una crónica escrita en tercera persona que podría haber escrito Abril durante su estadía en Pantano y que sirvió como material disparador para el trabajo con María Figueras en el proceso de creación del personaje. También nos ayudó a ordenar el tiempo transcurrido, los diferentes estados por los que atraviesa en esa estadía.

 

Día 10

No quería abandonar el estado crepuscular.

No quería noticias, no quería rumores.

No estaba dispuesta a dejar de querer cualquier cosa que quisiera.

Cualquier imagen podía salvarla del naufragio.

Entonces seguiría escribiendo hasta la medianoche, hasta el alba, hasta que el sueño la llevara dulcemente a otro lugar.

 

Día 20

Obstinada, avanza sobre las piedras, él no la ve. Obnubilado con el reflejo de su propio brillo, su vicio perfectamente acomodado.

Ella sigue su camino de piedra, tatuada en ese tiempo múltiple, diverso, que dura por lo que cambia, varía, esconde, ilumina.

No tiene miedo, ella está en su tiempo.

 

Día 25

La viajera embriagada espera la hora.

Después es después.

No more pain.

Así, así, si.

Así puede ser divino.

Ni cicatrices ni odios, amores que vienen y van, un barco los transporta.

Viaje inmóvil, inmenso.

 

Día 30

Ella espera. Toda una imagen.

Ella espera. Todo un tiempo.

Ella quiere hundirse en un aroma, estado gaseoso, felicidad.

Quizás no hay que hacer nada.

Estar con su cuerpo, ver pasar el cuerpo de los otros, cada vez, sentir el pulso de lo que acaba y vuelve a empezar, estar. Simplemente.

 

Dia 35

No le lastima la soledad.

No le hace caso a su sombra.

Deambula por los días, por las giras en su viaje inmóvil.

No quiere volver. El río no será el mismo, tampoco su cuerpo ni su piel.

Prepara el ritual del río en su sangre.

Rojo, como su eterna copa. Como su pelo, como su sed.

 

 

¹Tango “Cafetín de Buenos Aires” de Armando Santos Discépolo y Mariano Mores.

Ines de Oliveira

Ines de Oliveira Cézar

Ines de Oliveira Cézar es directora, guionista y productora. Actualmente se dedica a la docencia en la carrera de dirección en la Universidad del cine. Largometrajes como directora guionista y productora: La Entrega (2001), Como Pasan las Horas (2005), Extranjera (2008), El Recuento de los daños (2010), Cassandra (2013), La Otra Piel (2018), Baldío (2019). Películas como guionista: El Francesito (2016), La experiencia judía de Basabilbaso a New York (2019).

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